Llevábamos casi 3 meses leyendo un libro de más de 400 páginas: “Wonder, la lección de August”, y el mismo día que lo terminamos fuimos a ver la película.
Creíamos que no lo acabaríamos a tiempo, pero lo hicimos, se hizo un silencio e inmediatamente… aplaudimos.
Hay quien piensa que la lectura en voz alta no sirve para nada, que son los alumnos los que deberían leer y no el maestro. Definitivamente, los que opinan así nunca han leído un libro de estas características a sus alumnos más pequeños.
Nunca antes habíamos leído un libro tan largo, “un libro de mayores”, un libro con una historia con la que en un principio no nos sentíamos identificados, con palabras que no entendíamos. Sin embargo nos enganchamos, cada día queríamos ir a la alfombra a leer y a escuchar más sobre ese niño “con la cara rara”. Eso es lo que decíamos al principio, hasta que pasó a ser simplemente August.
Y llegó el final, y fuimos al cine. Nos llevaron las familias que también habían vivido de cerca toda la historia:
-“¿Cómo se llama el libro?, mi hija me cuenta cosas y no me entero, quiero leerlo también”
-“Cada día le leemos un poquito en casa”
-“Mi padre también se lo ha comprado y me lo lee”.
Todo esto ha sucedido de manera espontánea, sin presiones, sin obligar. Así es como debería ser la lectura de un libro.
Ir al cine para ver un película supone un sacrificio para el entorno rural. No sólo por la entrada, que ya de por sí es elevada, sino también por el desplazamiento.
Con la sala para nosotros solos se apagaron las luces, y las primeras frases, los primeros diálogos los recordábamos perfectamente y por fin apareció August. Algunos lo habíamos visto en el trailer, pero para otros fue la primera vez.
La película se nos hizo corta, algunos lloraron y otros incluso protestaron indignados:
-“Profe, hay muchas cosas del libro que no salen”
Salimos del cine y volvimos al colegio, y entre la emoción y la reflexión no nos dimos cuenta de que al día siguiente echaríamos de menos saber qué le está pasando a August.
Pero su historia no ha terminado, hay más libros y tenemos lo más importante: la motivación por leer.
CRA MARÍA MOLINER, MEDIANA DE ARAGÓN (ZARAGOZA)
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