Es muy difícil
resistirse a las buenas vivencias. Incluso cuando nos encontramos
rodeados de tareas que se superponen y acumulan, una buena vivencia,
siempre alimenta e impulsa.
Este inicio de curso
comenzó con nuevas necesidades, con prisas por sacar adelante nuevos
compromisos. Casi se veía imposible poder abordar nada nuevo más
allá de lo previsto.
Pero entonces un
viento trajo el susurro de una aventura. Transportaba un mensaje de
inclusión, de alegría, de algo Wonder, algo maravilloso. Una
aventura que debía vivirse porque podía ser muy enriquecedora y
esperanzadora y, porque además, por suerte este curso, también
podía incluirse fácilmente en una de las materias.
A la materia de
Valores Cívicos y Sociales hay que darle un nuevo sentido, un nuevo
significado, una nueva orientación. Cuando se echa un vistazo a los
libros de Valores Cívicos y Sociales, poco se distancian de la línea
de trabajo de otras materias. Cuando se hacen copias de texto o
fotocopias de fichas, ocurre lo mismo. Lecturas, actividades y más
actividades. ¿Tan difícil es salir de ese círculo, incluso en una
materia tan abierta y enriquecedora?
Pero… ¿Y si
hacemos que los alumnos se conviertan en participantes reales? ¿Y si
hacemos que los alumnos vivan y se transformen en agentes creadores
que conviven con realidades y necesidades y no en meros reproductores
de ideas? Nuestra intención durante el curso es otra. Queremos
seguir alimentando el rol de alumnos mentores cuando sea posible, que
aprenden mientras crean y enseñan, y que se divierten mientras
ayudan a aprender, crear y divertirse a compañeros más pequeños de
otros cursos.
Dentro de esa
intención, Wonder clamaba un papel que encajaba perfectamente.
Decidimos que nos
visitaran los libros Wonder, en inglés y español, para mayores y
para peques. Los conocimos. Nos acompañaron. Leímos el libro de los
peques, porque era el que nos iba a ayudar en la tarea de mentores
con los compañeros menores. Y vimos el trailer de la película.
Comentamos y
hablamos sobre las mensajes que lanzaba. Que la película se
estrenaría a finales de noviembre. Que esos niños no son niños de
película, aunque sean actores de película. Que son los niños y
niñas que tenemos al lado y con los que convivimos a diario. Todos
peculiares, todos maravillosos, todos deseando ser queridos y
deseosos de querer a quienes les quieran o de comprender a quienes no
les comprenden.
Y de ahí, manos a
la obra. ¿Por qué no? ¡Inventemos nuestras propias historias tipo
Wonder! ¡Y hagámoslo con ScratchJr, una herramienta de programación
para infantes, pero también para todo el que se sienta como un
infante! Y así empezamos.
Entre medias, nos
surgió otra necesidad y tuvimos que posponer unos días la aventura
Wonder. Pero tan pronto como nos fue posible, retomamos y avanzamos
las historias inclusivas.
Y una vez
terminadas, o casi, fuimos a primero. Primero a un grupo de primero.
Luego, otro día, a otro grupo. Y el tercer día, a otro primero más.
En todos hicimos
algo muy parecido.
En el primer grupo,
nos estaban esperando en la alfombra. Entramos en el aula con nuestra
enorme caja con muñecos y accesorios Play Mobil y, mientras el profe
sacaba los tablets del maletín, los alumnos mayores empezaron a
mostrar el libro Wonder.
Sentando en la
alfombra, mirando hacia arriba, alguien dijo… “¡Pero si le falta
un ojo!”. La atención estaba captada y los mayores empezaron a
mostrar y pasar el cuento mientras lo leían y relataban. Los
alumnos y alumnas de primero miraban, atendían y se sorprendían. A
continuación, unas palabras de los profes y más comentarios sobre
la historia.
Y luego, a compartir
más, a aprender y crear.
Los alumnos se
dirigieron a las mesas agrupadas de cuatro en cuatro. Los mentores
mayores, uno o dos por grupo, encendieron los tablets y les mostraron
las historias que habían creado con ScratchJr. Los diversos
imprevistos y prisas habían dificultado que fueran historias muy
desarrolladas, pero eso era lo menos importante; el mensaje estaba y
los alumnos de primero pronto se lanzaron a dar su opinión y
enriquecer las historias con imaginativas ideas. Al poco, con ayuda
de los mayores, ya estaban también ellos mismos creando sus propias
historias.
¿Y los Play Mobil?
Bueno. Los utilizaron para hacer familias, para grabar las cabezas
para los personajes de ScratchJr, para aprender y jugar en grupo; el
juego nos hace a todos grandes amigos.
Grabamos voces,
escribimos, coloreamos personajes de todos los colores, ropajes y
formas, arrastramos bloques, pulsamos en la bandera… Y sí.
¡Algunos les dio por poner iconos de “caquitas” en los textos!
Al final, el tiempo
se echó rápido encima. Recogimos. Nos fuimos. Los peques quedaron
con una gran sonrisa. Los que nos fuimos también marchamos muy
contentos, y si cabe decir, con sonrisas aún mayores.
Habíamos convivido
con alumnos todos peculiares y maravillosos, y algunos con necesidades
de especial inclusión. No son cuentos de películas. Están al lado,
conviven con nosotros también en los recreos y jugamos con ellos en
el barrio. Y son maravillosos. Sonríen, juegan, nos comprenden…
Sonreímos, jugamos, les comprendemos… Somos peculiares, pero todos
increíbles y fantásticos.
Y llegó el día de
preguntarnos. ¿Qué he visto? ¿Qué he aprendido? ¿Qué más me
gustaría aprender? Y respondimos por escrito. Una alumna resumió lo que ella misma había aprendido hablando no en singular, sino en plural porque siempre los aprendizajes más ricos se aprenden junto a otros.
Pero hubo otros muchos más mensajes y aprendizajes.
He visto a los niños que acaban de pasar a primero para enseñarles a hacer ScratchJr.
He visto que ser profesor es muy difícil.
He visto que hay niños muy impacientes.
He visto muchos robots que no había visto nunca.
He visto cómo divertirse enseñando a otros.
He visto cómo manejar bien el Mbot (no sé cómo se escribe).
He visto cómo trabajar mejor con la robótica y a la vez divertirme.
He visto que los niños a los que enseñábamos se reían mucho y cuando nos íbamos nos dećian que nos quedáramos un ratito más para que les enseñáramos más cosas con el tablet sobre ScratchJr.
He aprendido que todos somos iguales.
He aprendido que hay que tener mucha paciencia.
He aprendido que no hay que reírse de los demás.
He aprendido historias de niños Wonder y he podido hacer yo una.
A colaborar más con mis compañeros.
Que todos somos únicos.
Que por muy rara que te parezca una persona no hay porqué insultarla o pegarla. Porque a lo mejor es mucho más amable que otra persona que, según tú, no sea tan rara.
Que en la Tierra hay lugar para todos nosotros seamos como seamos.
Que todos somos únicos.
Que no hay que diferenciar a los demás por su aspecto.
Que todos tenemos defectos.
Que
tal vez, a veces, no son los demás los que tienen que cambiar su físico y
seamos nosotros los que tengamos que cambiar la forma de ver las cosas.
He aprendido que aunque los niños sean pequeños pueden hacer lo mismo que los mayores e incluso pueden superar a los mayores.
Y sobre las cosas que gustarían aprender más...
Aprender a ayudarnos los unos a los otros.
Más libros como el del niño Wonder.
A hacer nuevos programas con el tablet.
A utilizar mBot.
A manejar a Doc y a muchos robots.
Quiero seguir aprendiendo a respetar a los demás.
Quiero aprender a controlar mejor las placas.
Quiero saber más de Tootastic.
Quiero aprender del Circuit Scribe.
Me gustaría aprender a poder usar más cosas con el ScratchJr o poder usar diferentes cosas para los niños.
Muchas cosas que sean difíciles para aprender muchas más cosas.
Sí. Estábamos
haciendo tareas con programación y robótica, también en Valores
Cívicos y Sociales. Deseamos aprender más usando
esos recursos y más herramientas.
Pero sabemos que la programación y la robótica son sólo
la parte de esa parte más superficial.
Y mirando un poco
más profundamente, nos quedaba el pozo, el sentido, el significado,
el mensaje. Apenas sin hacer ruido, en silencio, pero marcado y
sellado con la impronta de la experiencia y la emoción. Ese mensaje
de inclusión y respeto.
Y llegó el día del
estreno en Yelmo Cines en Isla Azul. El profe fue afortunado y estuvo presente gracias a la invitación de la tribu Cero en conducta. ¡Qué gran
despliegue de alegría, comunidad y diversión! A algunos nos tocó
colaborar y hablar en algún momento. A otros, sólo mirar y
escuchar. A todos, comentar, reír y sentir. Y a la gran familia
cinéfila, disfrutar de una maravillosa noche de cine repleta de
mensajes que alimentan el espíritu y la esperanza.
Al día siguiente,
alguien dijo: “Profe. Ya está la película Wonder en el cine. Voy
a ir a verla”. “¡Y yo también!”. “¡Y yo!”. La aventura no se
acaba en el colegio, sigue caminando... Y seguirá siendo una aventura muy... ¡WONDER!.
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