martes, 5 de diciembre de 2017

De Wonder en Wonder: aprender para incluir, incluir para aprender



Es muy difícil resistirse a las buenas vivencias. Incluso cuando nos encontramos rodeados de tareas que se superponen y acumulan, una buena vivencia, siempre alimenta e impulsa.

Este inicio de curso comenzó con nuevas necesidades, con prisas por sacar adelante nuevos compromisos. Casi se veía imposible poder abordar nada nuevo más allá de lo previsto.

Pero entonces un viento trajo el susurro de una aventura. Transportaba un mensaje de inclusión, de alegría, de algo Wonder, algo maravilloso. Una aventura que debía vivirse porque podía ser muy enriquecedora y esperanzadora y, porque además, por suerte este curso, también podía incluirse fácilmente en una de las materias.

A la materia de Valores Cívicos y Sociales hay que darle un nuevo sentido, un nuevo significado, una nueva orientación. Cuando se echa un vistazo a los libros de Valores Cívicos y Sociales, poco se distancian de la línea de trabajo de otras materias. Cuando se hacen copias de texto o fotocopias de fichas, ocurre lo mismo. Lecturas, actividades y más actividades. ¿Tan difícil es salir de ese círculo, incluso en una materia tan abierta y enriquecedora?

Pero… ¿Y si hacemos que los alumnos se conviertan en participantes reales? ¿Y si hacemos que los alumnos vivan y se transformen en agentes creadores que conviven con realidades y necesidades y no en meros reproductores de ideas? Nuestra intención durante el curso es otra. Queremos seguir alimentando el rol de alumnos mentores cuando sea posible, que aprenden mientras crean y enseñan, y que se divierten mientras ayudan a aprender, crear y divertirse a compañeros más pequeños de otros cursos.

Dentro de esa intención, Wonder clamaba un papel que encajaba perfectamente.

Decidimos que nos visitaran los libros Wonder, en inglés y español, para mayores y para peques. Los conocimos. Nos acompañaron. Leímos el libro de los peques, porque era el que nos iba a ayudar en la tarea de mentores con los compañeros menores. Y vimos el trailer de la película.

Comentamos y hablamos sobre las mensajes que lanzaba. Que la película se estrenaría a finales de noviembre. Que esos niños no son niños de película, aunque sean actores de película. Que son los niños y niñas que tenemos al lado y con los que convivimos a diario. Todos peculiares, todos maravillosos, todos deseando ser queridos y deseosos de querer a quienes les quieran o de comprender a quienes no les comprenden.

Y de ahí, manos a la obra. ¿Por qué no? ¡Inventemos nuestras propias historias tipo Wonder! ¡Y hagámoslo con ScratchJr, una herramienta de programación para infantes, pero también para todo el que se sienta como un infante! Y así empezamos.

Entre medias, nos surgió otra necesidad y tuvimos que posponer unos días la aventura Wonder. Pero tan pronto como nos fue posible, retomamos y avanzamos las historias inclusivas.

Y una vez terminadas, o casi, fuimos a primero. Primero a un grupo de primero. Luego, otro día, a otro grupo. Y el tercer día, a otro primero más.

En todos hicimos algo muy parecido.

En el primer grupo, nos estaban esperando en la alfombra. Entramos en el aula con nuestra enorme caja con muñecos y accesorios Play Mobil y, mientras el profe sacaba los tablets del maletín, los alumnos mayores empezaron a mostrar el libro Wonder.


Sentando en la alfombra, mirando hacia arriba, alguien dijo… “¡Pero si le falta un ojo!”. La atención estaba captada y los mayores empezaron a mostrar y pasar el cuento mientras lo leían y relataban. Los alumnos y alumnas de primero miraban, atendían y se sorprendían. A continuación, unas palabras de los profes y más comentarios sobre la historia. 


Y luego, a compartir más, a aprender y crear.


Los alumnos se dirigieron a las mesas agrupadas de cuatro en cuatro. Los mentores mayores, uno o dos por grupo, encendieron los tablets y les mostraron las historias que habían creado con ScratchJr. Los diversos imprevistos y prisas habían dificultado que fueran historias muy desarrolladas, pero eso era lo menos importante; el mensaje estaba y los alumnos de primero pronto se lanzaron a dar su opinión y enriquecer las historias con imaginativas ideas. Al poco, con ayuda de los mayores, ya estaban también ellos mismos creando sus propias historias.


¿Y los Play Mobil? Bueno. Los utilizaron para hacer familias, para grabar las cabezas para los personajes de ScratchJr, para aprender y jugar en grupo; el juego nos hace a todos grandes amigos.
 

Grabamos voces, escribimos, coloreamos personajes de todos los colores, ropajes y formas, arrastramos bloques, pulsamos en la bandera… Y sí. ¡Algunos les dio por poner iconos de “caquitas” en los textos! 
Al final, el tiempo se echó rápido encima. Recogimos. Nos fuimos. Los peques quedaron con una gran sonrisa. Los que nos fuimos también marchamos muy contentos, y si cabe decir, con sonrisas aún mayores.

Habíamos convivido con alumnos todos peculiares y maravillosos, y algunos con necesidades de especial inclusión. No son cuentos de películas. Están al lado, conviven con nosotros también en los recreos y jugamos con ellos en el barrio. Y son maravillosos. Sonríen, juegan, nos comprenden… Sonreímos, jugamos, les comprendemos… Somos peculiares, pero todos increíbles y fantásticos.

Y llegó el día de preguntarnos. ¿Qué he visto? ¿Qué he aprendido? ¿Qué más me gustaría aprender? Y respondimos por escrito. Una alumna resumió lo que ella misma había aprendido hablando no en singular, sino en plural porque siempre los aprendizajes más ricos se aprenden junto a otros.

Pero hubo otros muchos más mensajes y aprendizajes.

He visto a los niños que acaban de pasar a primero para enseñarles a hacer ScratchJr.
He visto que ser profesor es muy difícil.
He visto que hay niños muy impacientes.
He visto muchos robots que no había visto nunca.
He visto cómo divertirse enseñando a otros.
He visto cómo manejar bien el Mbot (no sé cómo se escribe).
He visto cómo trabajar mejor con la robótica y a la vez divertirme.
He visto que los niños a los que enseñábamos se reían mucho y cuando nos íbamos nos dećian que nos quedáramos un ratito más para que les enseñáramos más cosas con el tablet sobre ScratchJr.

He aprendido que todos somos iguales.
He aprendido que hay que tener mucha paciencia.
He aprendido que no hay que reírse de los demás.
He aprendido historias de niños Wonder y he podido hacer yo una.
A colaborar más  con mis compañeros.
Que todos somos únicos.
Que por muy rara que te parezca una persona no hay porqué insultarla o pegarla. Porque a lo mejor es mucho más amable que otra persona que, según tú, no sea tan rara.
Que en la Tierra hay lugar para todos nosotros seamos como seamos. 
Que todos somos únicos.
Que no hay que diferenciar a los demás  por su aspecto.
Que todos tenemos defectos.
Que tal vez, a veces, no son los demás los que tienen que cambiar su físico y seamos nosotros los que tengamos que cambiar la forma de ver las cosas.
He aprendido que aunque los niños sean pequeños pueden hacer lo mismo que los mayores e incluso pueden superar a los mayores.

Y sobre las cosas que gustarían aprender más...

Aprender a ayudarnos los unos a los otros.
Más libros como el del niño Wonder.
A hacer nuevos programas con el tablet.
A utilizar mBot.
A manejar a Doc y a muchos robots.
Quiero seguir aprendiendo a respetar a los demás.
Quiero aprender a controlar mejor las placas.
Quiero saber más de Tootastic.
Quiero aprender del Circuit Scribe.
Me gustaría aprender a poder usar más cosas con el ScratchJr o poder usar diferentes cosas para los niños.
Muchas cosas que sean difíciles para aprender muchas más cosas.


Sí. Estábamos haciendo tareas con programación y robótica, también en Valores Cívicos y Sociales. Deseamos aprender más usando esos recursos y más herramientas. Pero sabemos que la programación y la robótica son sólo la parte de esa parte más superficial.

Y mirando un poco más profundamente, nos quedaba el pozo, el sentido, el significado, el mensaje. Apenas sin hacer ruido, en silencio, pero marcado y sellado con la impronta de la experiencia y la emoción. Ese mensaje de inclusión y respeto.

Y llegó el día del estreno en Yelmo Cines en Isla Azul. El profe fue afortunado y estuvo presente gracias a la invitación de la tribu Cero en conducta. ¡Qué gran despliegue de alegría, comunidad y diversión! A algunos nos tocó colaborar y hablar en algún momento. A otros, sólo mirar y escuchar. A todos, comentar, reír y sentir. Y a la gran familia cinéfila, disfrutar de una maravillosa noche de cine repleta de mensajes que alimentan el espíritu y la esperanza.

Al día siguiente, alguien dijo: “Profe. Ya está la película Wonder en el cine. Voy a ir a verla”. “¡Y yo también!”. “¡Y yo!”. La aventura no se acaba en el colegio, sigue caminando... Y seguirá siendo una aventura muy... ¡WONDER!. 


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